Personajes y Preguntas que conducen a la Paz
¿Qué dificulta las iniciativas de Paz? ¿Qué vuelve interminables los conflictos armados? ¿Qué recicla las violencias, las muta, las degrada, las vuelve más letales? ¿Qué es lo objetivo de las guerras? ¿De qué están hechas las guerras?
¿Qué hace que no alcancen las palabras? ¿Qué sucede en el corazón humano de quiénes deciden continuar la lucha armada? ¿Acaso el oficio, el arte del combate, el hábito, el vicio de matar, la ambición, la codicia? ¿Qué es lo subjetivo de las guerras? ¿Qué nos lleva a matar y a morir en una guerra?
La guerra, cualquier guerra, genera preguntas, miles de preguntas. Si las guerras persisten es porque no nos hemos hecho las preguntas correctas. Porque acertando en las preguntas, las respuestas se multiplican pero no demoran en aparecer, descartar y seleccionar las más pertinentes, con lo que la posibilidad de acierto se acerca y crece. Pero, si las preguntas no son las adecuadas, las respuestas correctas a preguntas inadecuadas entorpecen el camino hacia las soluciones.
Si hemos equivocado el camino que lleva a la formulación de las preguntas correctas, tal vez la falta de soluciones haya que situarla en el modo en que abordamos la cuestión del conflicto armado. ¿Qué conspira para que no acertemos en los interrogantes, e incluso para que desechemos las preguntas que nos hubiesen allanado el camino hacia las respuestas correctas. ¿No será, acaso, la política de los políticos? ¿No será la ideología de los ideólogos que sugieren el enfoque? ¿No serán, acaso, los intereses que se lucran de la guerra? ¿No serán las potencias que se disputan el control de las áreas estratégicas del mundo? Lo cierto, lo comprobado, lo doloroso del asunto, es que no hemos dado ni con la pregunta primero, ni con la respuesta a continuación que lleve al fin del conflicto armado.
Mi tesis al respecto es que no hemos hallado las respuestas correctas, conducentes a las soluciones, porque hemos fallado en las preguntas que nos hacemos al respecto. Y, fallando en las preguntas que planteamos, imposible que el azar nos lleve 'mágicamente' a las soluciones correctas. Porque las soluciones que consideramos serían las correctas -y luego demuestran no resolver el problema, o resolverlo solo parcialmente- son 'soluciones' que no son las que exige la realidad concreta, la realidad precisa, la realidad terca y tozuda, tal cual es.
Así enfocada la temática, sugiero-imploro-exijo A QUIEN CORRESPONDA elevar el nivel de calidad y pertinencia de las preguntas, en un espiral ascendente que nos eleve dialécticamente, hacia la piedra angular que sostiene el conflicto armado inamovible, inconmovible, inmóvil en su trono inaccesible, inabordable hasta hoy, ajeno por completo a nuestro voluntarismo, a nuestro pacifismo, a nuestro ideologismo, a nuestro 'politiquerismo', a nuestro 'promeserismo', a nuestro 'leguleyismo', etc., etc.
Hace más de 20 años que he escogido -como opción personal de vida- la cuestión 'autodefensas' como materia de observación, conocimiento, análisis, meditación, lectura y escritura. Una suerte de hobby vocacional convertido en campo vital esencial alrededor del cual giran los otros asuntos políticos, históricos, filosóficos, teológicos y literarios que completan mi modo de interpretar y vivir los fenómenos humanos.
He tenido, delante de mí, personajes vinculados estrechamente con la 'cuestión autodefensas' los cuales hoy navegan entre el mito, la leyenda, la crónica roja y la historia -oficial y, también, no contada- de Colombia. Entre ellos, 3 personajes inolvidables en lo personal que me han impactado y dado pistas sobre el tipo de preguntas que debemos formularnos para avanzar hacia las respuestas que deberían convertirse en soluciones a corto y mediano plazo, aplicables a la tragedia nacional denominada -y etiquetada, un tanto burdamente- como el fenómeno 'conflicto armado colombiano'. Lo mío lo elaboro-reelaboro-cuestiono, críticamente, desde el ángulo prioritariamente filosófico, ético y geopolítico, con la mirada puesta específicamente sobre la cuestión 'autodefensas colombianas' en su interacción dialéctica con los otros fenómenos propios y característicos del conflicto armado, endógenos y exógenos al País.
Estos 3 personajes icónicos en mis observaciones y análisis son, en el orden en que han ido apareciendo sucesivamente en mi vida, Carlos Castaño Gil, Salvatore Mancuso Gómez y Rodrigo Tovar Pupo. No son los únicos, por supuesto, pero en ellos centro el foco, porque estoy convencido que los 3 nos ofrecen con sus propias vidas y sus derroteros el material necesario -o nos llevan a- las claves necesarias de interpretación para llegar a través de sus personas a las preguntas correctas que, de ser luego respondidas correctamente, llevarán con gran probabilidad de acierto altísimo a la resolución favorable de esta cuestión determinante y específica del conflicto armado colombiano en curso: la cuestión típicamente colombiana del fenómeno particularísimo de la 'autodefensa civil armada' con una génesis y un desarrollo dialéctico social-militar-político todo por definirse y tipificarse aún en el campo político y jurídico, muy especialmente.
Carlos Castaño Gil no está ya en el mundo de los vivos que habitamos hoy, pero Salvatore Mancuso Gómez y Rodrigo Tovar Pupo sí. El primero de ellos aún en prisión en los EEUU, el segundo también en prisión, en territorio colombiano. Ambos, privados de libertad, desde hace más de 15 años, una vez desmovilizados en virtud del Proceso de Paz oficialmente realizado -con todas las de la Ley- con el Gobierno Colombiano, representante constitucional y legítimo, del Estado Nacional. Ambos han cumplido su compromiso personal de no repetición, es decir, no han vuelto a delinquir, de ninguna manera. Determinadas estas situaciones, calificarlos a ambos como actuales 'prisioneros políticos no de un Gobierno, sino de un estado de cosas anormal' no puede sonar como exabrupto sino más bien como 'crudo realismo'.
Al respecto, la primera de las sugerencias-imploraciones-exigencias que le hago al Presidente Petro es acerca de que ambos deben ser puestos en libertad -y garantizada su seguridad- de inmediato, en territorio colombiano, para que efectivicen en las Mesas nacionales y regionales que se habiliten a tal efecto, su manifestación expresa escrita de meses recientes en cuanto a sumarse libre, voluntaria y decididamente a la construcción de la Paz en Colombia, desde sus perspectivas, experiencias y propuestas, como referentes históricos y antiguos comandantes de relevancia máxima como Autodefensas Colombianos a los efectos de continuar proveyendo -ahora en Libertad- a la Sociedad Colombiana y al Mundo todo su bagaje inagotable e insustituible acerca de las preguntas correctas a elaborar con miras a la producción de las respuestas finalmente correctas, eficaces y conducentes al fin deseado de la Paz entre los colombianos, bien supremo de rango constitucional.
Humildemente,
ASÍ LA VEO YO
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Posdata:
Presidente Gustavo Petro Urrego, desde lo Regional la Paz Nacional está madura, es posible y cercana con las Autodefensas Unidas, pero urge acelerar la libertad de las personas, reunirlas y hacernos -entre todos- las preguntas correctas.
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ASÍ LA VEO YO
Año 19 - Número 276
"Es como una serpiente en la habitación, está siempre ahí. Yo puedo mirar a otra parte, pero está ahí" (J. Krishnamurti)
Por Juan Rubbini
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Los 276 capítulos de ASÍ LA VEO YO -publicados desde junio de 2005- están disponibles en www.primeroelbien.blogspot.com
Como dijo el poeta: "uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto". Somos nosotros, cada quien y las circunstancias que la vida nos colocó delante, así 'nos anduvimos'. No juzgamos ni queremos que nos juzguen; eso es cosa de Dios, y a su sabiduría y perdón nos encomendamos.
ResponderEliminarLa única guerra que se gana es la que no se hace. La mirada siempre tiene que estar puesta en el otro entendiendo que el otro es uno mismo. Y viceversa.
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