Que hubo una vez un candidato que soñaba con ser Presidente y presidir el País como Fidel lo hizo en Cuba o, al menos, como Chávez lo hizo en Venezuela. Un día su sueño se cumplió pero, fue entonces cuando su sueño se transformó en pesadilla. Descubrió que Colombia no era Cuba y tampoco era Venezuela. Descubrió que él mismo no era Fidel y tampoco era Chávez. Era sólo un Presidente que debía someterse a las Leyes y la Constitución vigente; debía gobernar y respetar la división de poderes, el Congreso, la Justicia, la Prensa, independientes. Se dijo entonces el Presidente: Llegó la hora de despertar. No más sueño, no más pesadilla. Si quiero cambiar mi País, ese cambio comienza por mí. Y fue entonces, sólo a partir de entonces, que pudo advertir que el cambio que prometía dejó de ser quimera, dejó de ser fantasía, adquirió la consistencia de lo real y lo concreto, dejó de ser palabra vana, provocación, insulto, agravio. No podemos despertar lo mejor de un País, si no despertamos primero ...