MANIFIESTO DEL PRESO POLÍTICO RODRIGO TOVAR PUPO AL PUEBLO DE COLOMBIA
Por su interés periodístico y para conocimiento de los lectores publicamos a continuación y en su totalidad el Manifiesto -de fecha 13 de mayo de 2022- emitido por el hoy preso político Rodrigo Tovar Pupo (conocido por su participación en el conflicto armado colombiano como 'Comandante Jorge 40' del Bloque Norte de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU), desmovilizado en 2006 en virtud de los Acuerdos de Paz con el Estado colombiano, durante el primer Gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2006), Proceso de Paz donde JURARON su ADIÓS DEFINITIVO A LAS ARMAS más de 30.000 combatientes, integrantes hasta entonces de las Federaciones Regionales de Autodefensas, agrupadas a efectos de la negociación política con el Estado colombiano, en las -hoy ya extintas- AUC.
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MANIFIESTO DEL PRESO POLÍTICO
Rodrigo Tovar Pupo
Al PUEBLO DE COLOMBIA
-también dirigido en especial
A la CANDIDATA Y CANDIDATOS PRESIDENCIALES:
ÍNGRID BETANCOURT PULECIO,
GUSTAVO PETRO URREGO,
FEDERICO GUTIÉRREZ ZULUAGA,
RODOLFO HERNÁNDEZ SUÁREZ,
SERGIO FAJARDO VALDERRAMA,
JOHN MILTON RODRÍGUEZ GONZÁLEZ,
ENRIQUE GÓMEZ MARTÍNEZ
Y al PRESIDENTE DE COLOMBIA
IVÁN DUQUE MÁRQUEZ
Respetuoso saludo de Costeño y Colombiano.
Este es el Manifiesto de un preso político Colombiano, escrito desde sus convicciones políticas de Autodefensa, que no renuncia al derecho intrínseco al ser humano de soñar para su Patria un mañana sin más guerras ni exclusión para ningún Colombiano o Colombiana.
Entre 2004 y 2006, junto a más de treinta mil hombres y mujeres desmovilizados y desmovilizadas de las diferentes Federaciones Regionales de Autodefensas, nos atrevimos a apostarle a la convivencia pacífica entre hermanos y hermanas Colombianos y Colombianas, manteniendo intacta desde entonces la voluntad de construir la Paz Completa y Definitiva, impulsar el Desarrollo, fortalecer la Democracia, y aportar así -desde nuestra visión de País de Regiones- a la elaboración de metas concertadas cuyo logro resuelva las necesidades básicas insatisfechas que oprimen al pueblo en nuestras diferentes Regiones.
El Manifiesto invita -desde convicciones legítimas a los distintos sectores- a despojarnos de odios y sed de venganzas, para aterrizar con sensatez y sensibilidad al momento actual de nuestro proceso histórico como Nación Independiente. De no ser transformado el presente calamitoso con la PARTICIPACIÓN SIN EXCLUSIÓN, de todos y todas los Colombianos y Colombianas, el tormento de habitar un País en llamas no nos abandonará nunca sobre ESTA COLOMBIA NUESTRA, TIERRA QUERIDA bendecida por Dios.
Este presente descarnado -reducido aquí a sus aristas más agudas- deben tenerlo bien asumido todos los Candidatos y la Candidata presidenciales para que, a quien le conceda el SOBERANO PUEBLO con su voto, la posibilidad de gobernar nuestro País, lo haga desde su primer día de mandato sin que le produzca miedo liderar una CONVOCATORIA NACIONAL SIN EXCLUSIONES, para Salvarnos como nación, como pueblo, como sociedad, como ciudadanos y ciudadanas, y enfrentar con determinación y coraje la gran misión de REFUNDAR COLOMBIA sobre bases sólidas y compartidas de un GRAN ACUERDO sobre lo FUNDAMENTAL.
De no establecerse este liderazgo refundacional NO HABRÁ FUTURO ni para los ex ni las actuales y diferentes Federaciones Regionales de Autodefensas; ni para los ex y actuales y diferentes divisiones de las FARC; ni para el ELN; ni para las fracciones remanentes del EPL; ni para el narcotráfico, blindado a los métodos exclusivamente represivos; ni para los grupos organizados llamados ‘oficinas’; ni para el fin real del conflicto armado. NO HABRÁ MODO para que el Estado cumpla con su fin fundamental de protegernos, asegurarnos un orden público y garantizarnos estabilidad como Nación.
Reitero ante Ustedes mis firmes convicciones patrióticas y democráticas de Costeño y Colombiano, de un ser político con principios de Autodefensa; me manifiesto como hombre de convivencia pacífica, desarmado, hoy preso político privado de derechos como ciudadano que insisto e insistiré por los cauces legales en recuperar plenamente.
Así como vamos como sociedad, pueblo y país, no estamos acertando en la consecución de la Salvación Nacional. Nos seguimos hundiendo en el pantano del conflicto político armado y civil por mezquindades y artilugios de minorías extremas que conforman bloques antagónicos, instigadores de odios y divisiones, difusores con cinismo de la llama que no se extingue de la horrible noche. Por estrategias de lucha de sus narrativas insostenibles se difunden entre el Pueblo las mentiras instaladas como verdad, sobre presuntas bondades de tal o cual extremo de la polarización. ¿Bondades para quién? Seguramente para esas mismas minorías aludidas, insensibles e indiferentes al dolor y las urgencias de quienes más sufren.
Para no prestarnos ingenuamente al juego de esas minorías recalcitrantes y divisivas de la Sociedad, del Pueblo y la Nación, es hoy más necesario que nunca que entre todos y todas los Colombianos y Colombianas SIN EXCLUSIÓN sentemos las bases sólidas para la Construcción de UNA NUEVA NACIÓN en la que QUEPAMOS TODOS, y donde también -a través de planes políticos y económicos de desarrollo- nos beneficiemos todos y todas, como Dios manda.
Desde fuera de Colombia se presiona con insistencia, aprovechando cierta obsecuencia y permeabilidad de nuestra institucionalidad pública y privada nacional, para que traguemos entero sobre interesados modelos foráneos. Tenemos la obligación patriótica de negarnos a que desde fuera de Colombia se siga pensando por nosotros persiguiendo el fin de imponernos agendas externas acerca de cómo debemos ser y actuar los Colombianos y Colombianas. Debemos perder definitivamente el miedo a pensar desde NUESTROS INTERESES COMO SOCIEDAD, PUEBLO Y NACIÓN, pues sólo así -PENSANDO POR NOSOTROS MISMOS- impediremos que foráneos sigan manipulando la Colombia que nos pertenece.
Llegó la hora como País de PENSAR EN GRANDE, como nos lo debemos, pero, sobre todo, como se merece Colombia que pensemos en Ella sus ciudadanos, como un SOLO PUEBLO UNA NUEVA NACIÓN. De esto precisamente se trata, de la Refundación Constitucional por el Soberano, de la Patria que nos ha de cobijar a todos y todas.
Los Colombianos y Colombianas no debemos permitirnos esperar un minuto más a que sigan siendo los países ricos y desarrollados, y sus emporios económicos y financieros -en aras de sus planes de dominio, control y geopolítica-, quienes nos salven. Nos corresponde a nosotros como pueblo, como sociedad, como nación, ATREVERNOS A CAMBIAR aquello que a todos nos lastima y todos condenamos.
Nos llegó la hora a los Colombianos y Colombianas de echar mano al recurso infalible del PRAGMATISMO POLÍTICO -que nutrido por principios incontrovertibles del ser y el interés nacional- todo lo puede cambiar en la dirección correcta para que podamos Salvarnos como sociedad, pueblo y nación, con respeto por nuestras diferencias y por las libertades del que piensa distinto.
PRAGMATISMO POLÍTICO es el que utilizan los países potentes y desarrollados cuando se trata de defender sus intereses estratégicos, que no siempre coinciden con los nuestros.
NO SOBREVIVIREMOS COMO NACIÓN SOBERANA sólo con principios y valores nacionales acrisolados sin disponer a la vez de pragmatismo político, como pueblo, estado, sociedad y nación, inmersos como estamos en un mundo globalizado donde existen países y economías poderosos y neo-imperialismos en expansión.
Por nuestra Salvación Nacional es hora que la actual Candidata y los Candidatos presidenciales se sinceren ante el Pueblo Colombiano y nos digan sin rodeos ¿QUÉ PRESENTE NOS PROPONEN construir en lugar del presente que hoy condenamos? Si no operamos hoy un cambio sobre el presente, no podremos esperar mañana un futuro mejor. No se trata entonces sólo de cambiar un Presidente, SE TRATA DE CAMBIAR EL PRESENTE, para evitar se siga repitiendo. CAMBIAMOS O NOS BORRAN DE LA FAZ DE LA TIERRA COMO NACIÓN INDEPENDIENTE.
No podemos seguir dando vueltas, de período presidencial en período presidencial en el mismo laberinto de las promesas ya escuchadas y respuestas conocidas que no nos han llevado a ningún puerto diferente al sitio sin salida en el que nos mantenemos. Tampoco se trata de que nos sigan vendiendo sueños programáticos que no se podrán cumplir. De lo que se trata es que actúen y respondan a los Colombianos y Colombianas como AUTÉNTICOS LÍDERES.
Urge extinguir definitivamente la llama incesante de la horrible noche de nuestro conflicto armado, que se convirtió en la gran talanquera que obstruye la generación y circulación del capital -nacional y extranjero- que requiere nuestra nación para que el Pueblo Colombiano salga de la pobreza y la miseria, y nuestro país del subdesarrollo.
Del Estado se debe esperar mucho y bueno, y nada de corrupción, pero no se puede esperarlo todo de un Estado empobrecido y burocratizado; de la iniciativa y el emprendimiento privado se debe esperar mucho más y mejor. Para que la economía prospere en las ciudades y los campos, el conflicto armado debe desaparecer, esa fatalidad interminable debe ser hecha trizas, no con armas -que es imposible- sino con pragmatismo, participación, compromisos y ACUERDOS SOBRE LO FUNDAMENTAL.
Escribió Adam Smith, célebre economista, que “ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz si la mayor parte de sus ciudadanos son pobres y miserables”. En Colombia no podremos conocer la prosperidad y ser felices si a tantos males existentes le sumamos la horrible noche que no cesa del conflicto armado, degradado más y más cada año que pasa.
Señora Candidata y señores Candidatos, las organizaciones políticas que llamamos Estados nacen para cumplir dos funciones fundamentales: PROTEGER la vida, las libertades y los bienes de sus habitantes, e IMPARTIR JUSTICIA de manera imparcial y objetiva. SEGURIDAD y JUSTICIA son entre otros fines la razón para que el Estado conserve el monopolio de la fuerza, derecho legítimo que le es concedido por el Soberano para que le sea garantizado el logro de tales fines fundamentales. Si el Estado Colombiano no garantiza con hechos -no sólo palabras- la Seguridad y la Justicia -como viene sucediendo para infortunio de Colombianos y Colombianas-, debe admitir que el Soberano jamás renuncia al derecho universal que le asiste -como ser humano, como colectivo humano- de la legítima defensa -individual y colectiva- definida como una institución de derecho natural vigente, imprescriptible y anterior al derecho positivo.
Para cumplir con tales fines del Estado es que el Soberano elige al Presidente o la Presidenta, como Jefe o Jefa de Estado dentro de un modelo democrático y constitucional como el Colombiano. Si tales derechos fundamentales a la Seguridad y la Justicia no se garantizan a los ciudadanos, señora Candidata o señores Candidatos presidenciales, éstos tampoco podrán disfrutar nunca de sus demás derechos, garantías y libertades.
Doctora y Doctores Betancourt, Petro, Gutiérrez, Hernández, Fajardo, Rodríguez y Gómez, y Presidente Doctor Duque: recordemos hoy cuando el Soberano -más de treinta años atrás- quiso reafirmar solemne y formalmente no sólo el propósito nacional por la conquista de la Paz -el principal fin deseado por el Pueblo Colombiano- sino también el fortalecimiento de nuestro frágil y vulnerable modelo de democracia en formación. Decidió aquella vez el Soberano, en su poder constituyente, la forma que creyó más adecuada para firmar un nuevo Contrato Social con el fin de refundar constitucionalmente la Patria en 1991, y lo hizo porque los gobiernos son instituidos por sus gobernados con el fin que éstos les ayuden a construir unos fines deseados como ciudadanos, pueblo y nación imposibles de alcanzar sin el liderazgo de un Gobierno en cabeza del Jefe de Estado, -así nos lo enseñó Jacques Rousseau a los pueblos demócratas del mundo.
Es en consonancia con esos anhelos y principios, pacíficos y democráticos -aún pendientes de resolver- que el Soberano, el próximo 29 de mayo, elegirá a una o uno de ustedes señora y señores Candidata y Candidatos presidenciales, como su Presidenta o Presidente, como la Jefa o Jefe del Estado Colombiano. Y lo hará, en esta oportunidad más que nunca -como todos y todas estamos percibiendo- imbuido de una difusa sensación que mezcla sentimientos de descontento, incertidumbre, miedo y rechazo por un estado de cosas lamentable y descorazonador, con un fin primordial: para que nos lidere como ciudadanos, sociedad, pueblo y país, hacia la Salvación Nacional, como un solo Pueblo y una sola Nación, que necesitan ser Salvados. Así de grave está la cosa, así de grave la percibe y padece la gente, tanto en la ciudad como en el campo.
Los Colombianos y Colombianas clamamos que nos llegue una Presidenta o un Presidente que nos ayude desde la Jefatura de Estado, y nos lidere como pueblo a transitar el camino que resulte necesario y ‘a la Colombiana’, para alcanzar el fin supremo de la PAZ DE COLOMBIA -que es también nuestro DERECHO SÍNTESIS EMBLEMÁTICO de todos los demás- el único fin y derecho que, una vez satisfecho, nos garantizará la convivencia pacífica y la confrontación de las ideas en medio del respeto por nuestra diversidad y nuestras legítimas diferencias políticas e ideológicas.
No se trata en estas elecciones presidenciales de retroceder en ninguno de aquellos tímidos pasos que se han dado en medio de enormes dificultades en la dirección correcta de la Paz, la Democracia y el Desarrollo -por el actual y los anteriores Presidentes- sino de avanzar con renovado ímpetu hacia el Gran Cambio de Dirección y de Velocidad de Marcha que traiga a Colombia la Paz Definitiva y Completa, y la Consolidación de Nuestra Democracia aún imperfecta y excluyente. Se trata en 2022 por sobre cualquier otra capacidad de liderazgo presidencial de poseer y exhibir coraje intelectual y patriótico, y dotarse del pragmatismo político imprescindible con el fin de arrancar a Colombia de las fauces de la horrible noche de nuestro conflicto armado interminable, que no conseguiremos cese nunca si seguimos maniatados y confundidos por el ulular belicoso del extremismo que alberga nuestra jungla ideológica colombiana.
Entendámoslo y actuemos en consonancia: si el fin supremo de la Paz entre los Colombianos no se alcanza y el conflicto armado no se acaba, NO HAY FUTURO.
Sin la instalación de un Gran Diálogo Nacional sin exclusión, pero de tiempo limitado, NO HAY FUTURO.
Sin un Gran Acuerdo sobre lo Fundamental, NO HAY FUTURO.
Es mi más íntimo y vehemente deseo que este Manifiesto, concebido y escrito desde la Prisión Colombiana en la que me hallo, resulte todo lo elocuente y todo lo convincente para que la Candidata y Candidatos presidenciales, Presidente y Pueblo de Colombia tengan la absoluta certeza acerca de mis convicciones personales y las que se expresan desde las ex Federaciones Regionales de Autodefensas, extendiendo la invitación a sumarse a la Epopeya Gloriosa por la Salvación Nacional también a todos aquellos Colombianos y Colombianas que aún insisten en la vía política armada para alcanzar transformaciones que beneficien a nuestro pueblo, sea desde los diferentes movimientos de guerrillas, o autodefensas, o grupos armados organizados, o atrapados en los eslabones del narcotráfico, para sumarlos a este gran esfuerzo nacional, y seguirle aportando desde las vías civilizadas que nos permiten las concertaciones políticas al gran anhelo de alcanzar el fin supremo de Salvarnos como sociedad, pueblo y nación, dentro de ese Gran Diálogo Nacional sin exclusión y de tiempo limitado, donde surja un nuevo Contrato Social fortalecido y legitimado por ese Gran Acuerdo sobre lo Fundamental.
Estamos anhelantes y esperanzados en una Gran Convocatoria Nacional a partir del mismo día 7 de agosto de 2022 para sumarnos con nuestra visión de País de Regiones, y Amor por Colombia, a la Refundación de la Patria esta vez sin ninguna exclusión.
Que se Manifieste el Dios viviente en cada uno de los Candidatos y la Candidata presidenciales, y en cada uno y cada una de los Colombianos y Colombianas a la hora de votar, por el bien supremo de nuestra Salvación Nacional en la Perfección de la Unidad.
RODRIGO TOVAR PUPO, Preso Político, Costeño y Colombiano.
Colombia, 13 de mayo de 2022
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